Carmen Oliart y Milagros Rivera durante la presentación del libro.
«...Dudo que alguien pueda leer o escuchar tu historia sin que las lágrimas afloren a sus ojos. Ella ha renovado mis dolores, y la exactitud de cada uno de los detalles que aportas les devuelve toda su violencia pasada. Mi sufrimiento ha crecido al ver tus pruebas ir en aumento. Henos aquí a todas, reducidas a desesperar de tu vida misma y a aguardar, con el corazón tembloroso y el pecho sobresaltado la noticia de tu asesinato...»
Así, surge el primer
argumento al cual Eloísa recurre para convencer a Abelardo de la imperiosa
necesidad de sus palabras: Ya que él la ha dejado caer en la pesadumbre; y dado
que Eloísa y las mujeres del Paraclet son las únicas que le restan, fieles al
extremo de disponerse a sobrellevar la injuria y la desolación que el mundo ha
descargado sobre sus espaldas: se conjura la palabra, como alianza urgente que
Abelardo puede y debe: corresponder.
La frecuencia, será el
contorno temporal de la petición de Eloísa. A través de la carta, se insistirá
en esta asiduidad casi ritual con que las palabras del amado debieran advenir.
Palabras ocasionales, eventuales no conseguirían compensar los débitos del
amor. De este modo, una vez consagradas las palabras, des-cubren la
presencia tanto de quien subscribe como de quien es objeto de su dedicatoria; más
allá del fondo del discurso y de sus consecuencias, se invoca la palabra como
demostración de no haber sido expurgada, abandonada a los pliegues del olvido.
Séneca es la
primera autoridad pagana citada en las cartas. El gran filósofo estoico, llega
a través de sus palabras a confirmar el tercer argumento de Eloísa: El placer
de encontrarse, el delirio de fundirse podrían aún acontecer a pesar de la
lejanía.
El lenguaje forjado en
cartas, concede la oportunidad de contemplarse, tentarse, retornar el uno al
otro. «Es como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la
punta de mis palabras».
La distancia puede ser
derogada por el lenguaje. Las palabras podrían incluso traspasar espacios
recelosamente clausurados, burlando la sentencia eterna de la separación. las
cartas despliegan una imagen viviente, precisamente porque son una
manifestación tempestiva del ser que se dice en ellas.
«...Mi
bienamado, el azar acaba de hacer pasar entre mis manos la carta de consuelo
que escribiste a un amigo. Reconocí enseguida por la letra que era tuya. Me
lancé sobre ella y la devoré con todo el ardor de mi ternura: puesto que he
perdido la presencia corporal de aquel que la había escrito, al menos las
palabras reanimarían un poco su imagen en mí...» (Eloisa)
Heloïse perfundet omnia luce, "Eloisa lo impregna todo de luz", escribe Milagros Rivera, es el nuevo lema que el tapiz propone a la Universidad de Barcelona, siendo el actual Libertas perfundet omnia luce. El nuevo lema recuerda que en el alba de la universidad, Eloisa tuvo la genialidad de soltar un nudo de la luz en la historia del amor y en la historia del conocimiento. Lo hizo amando a Abelardo por su sabor y por su saber, es decir, por su sabor como hombre y porque sabía filosofía.
... «Y no
temo a los cantos mortales de las sirenas. ¡Ante la tempestad no temblaré! Los
vientos podrán soplar sin que yo me agite. Yo estoy hecho sobre roca
firme..." (Pedro
Abelardo)